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Todos conocemos los valiosos productos que nos regalan las abejas: miel, polen, jalea real, cera o propóleo pero además estos insectos son indispensables para nuestros cultivos y plantas de flor gracias a su capacidad polinizadora.

Mientras las abejas recolectan néctar para alimentarse, el polen queda pegado a su cuerpo y patas y será depositado en otras flores que visiten posteriormente para recoger más néctar. Una sola abeja puede visitar 500 flores en una única expedición de 25 minutos, de esta forma mueven el polen de unas flores a otras permitiendo que estas sean fecundadas y se desarrollen frutos, hortalizas, frutos de plantas ornamentales con flor…cuyas semillas se dispersarán nuevamente para perpetuar las especies en el tiempo, una vez que germinen en la próxima temporada. No sólo las abejas polinizan, pero la realidad es que el 90% de la polinización la realizan las abejas. Por lo tanto está claro que necesitamos a las abejas en nuestros campos, huertos y jardines, realizando su actividad polinizadora para que nosotros podamos seguir cosechando y alimentándonos.

Consecuencias

El equilibrio natural debería ser perfecto, pero lo cierto es que no es así, además de causas que ya vienen tratándose desde hace años como el cambio climático, el uso de determinados pesticidas, enfermedades causadas por ácaros o parásitos, ahora tenemos que añadir un depredador que ha llegado recorriendo miles de kilómetros y que amenaza con destruir a nuestras socias polinizadoras. El zumbido de esa avispa asiática ha venido a agravar el exterminio de abejas iniciado en los años 90. Hay explotaciones costeras que, desde la llegada de la velutina registran en sus colmenas una mortandad del 50 % y una bajada muy importante en la producción de los insectos supervivientes debido al estrés.

En Galicia, donde en número de enjambres de avispa asiática ha crecido exponencialmente, los apicultores se han unido a las universidades de A Coruña y Santiago para evaluar los daños, y han concluido que, aunque Galicia sigue siendo muy verde, cada vez tiene menos colores, el que le daban las flores, porque cada vez hay menos insectos polinizadores.

Los apicultores tratan de remediar este crecimiento con remedios parciales, como la captura de reinas con trampas caseras y cebos realizados manualmente, pero hasta que no se encuentre una solución específica no se ganará la batalla.

Reto

Esperemos que los científicos encuentren pronto esa solución, ya que además de la pérdida de biodiversidad natural que la desaparición de las abejas conlleva, tener que polinizar nuestros cultivos y frutales a mano, tiene unas consecuencias enormes en términos económicos (según estudios consultados ese gasto supondría unos 2.400 millones de euros para España).

Aunque sólo sea por motivos económicos (que a veces son los únicos que las autoridades ven) es imprescindible que los gobiernos de todo el mundo tomen cartas en el asunto y se pongan de forma seria a tratar el problema.

 

Fuente: elpais.com y www.unhuertoenmibalcon.com